Para hablar de semiótica, primero hay que entender su origen en el
estructuralismo, el cual se define como el conjunto de elementos
interrelacionados que forman un sistema y se expresan a través de una
configuración. De dicha corriente surgen la semiótica y la semiología.
La primera es una tradición anglosajona, iniciada por el estadounidense
Charles S. Péirce que analiza los elementos visuales, sonoros, olfativos,
gustativos o táctiles. Todo excepto palabras.
La segunda, por su parte, es una tradición francesa que tiene a
Ferdinand de Saussure como precursor y que estudia al signo a partir de la
lingüística, es decir, la palabra
hablada y escrita en su significado social.
Para poder comenzar un análisis es necesario saber identificar los
elementos de la lingüística:
En primer lugar se encuentra el signo,
que se refiere a la unidad mínima de sentido, y que de una manera más coloquial
se conoce simplemente como “palabra”. Posteriormente se encuentran los sintagmas, que son los enunciados
lingüísticos con sentido y que pueden asumir la forma de una oración si van a
acompañadas por un verbo, o de una frase si expresan una idea completa pero
carecen de éste. Por último se encuentran los textos discursivos que son construcciones verbales que articulan
dos o más sintagmas con sentido.
Si el sintagma resulta ser de oración, entonces expresará una idea
completa mediante el uso de los verbos, y dependiendo de éstos se clasificará
en:
-Oración copulativa: Que forzosamente utilizará los verbos ser o estar conjugados y cumplirá con la función de indicar las
características que posea una realidad. Su objetivo es presentar una cualidad o
defecto.
-Oración transitiva: Utilizará cualquier verbo excepto ser o estar y cumplirá
con la función de indicar la acción que
desarrolla un sujeto o grupo de sujetos.
-Perífrasis verbal: Se presenta cuando aparece un verbo acompañado de un
verboide.
Conciso, claro e interesante. ¡Felicidades!
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