En la entrada anterior conocimos al español Alex Grijelmo, y algunas de sus obras. Es precisamente de su libro La seducción de las palabras, que les presento a continuación un breve análisis del capítulo dos, titulado Persuasión y seducción:
El lenguaje es uno de los tesoros más preciados que
cuenta el ser humano, y el origen de este, sin duda alguna son las palabras. Las
palabras arraigan en la inteligencia y crecen con ella,
pero traen antes la semilla de una herencia cultural que trasciende al
individuo. Viven, pues, también en los sentimientos, forman parte del alma y
duermen en la memoria.
Se dice que cada una de las palabras posee dos valores
esenciales, el primero es el personal del individuo, el cuál va ligado
directamente a la vida de la persona que la utiliza; y el segundo se inserta en
aquél pero alcanza a toda la colectividad.
¿Pero dónde se crean las palabras? Es complicado
pensar en el origen de una palabras, si bien en nuestra actualidad podríamos estudiar
etimológicamente el origen de ellas, resulta complicado cómo es que a dicha
civilización o lengua se le ocurrió llamar así a determinado objeto, verbo o
cualidad. Lo cierto es que Las palabras se heredan unas a otras, y
nosotros también heredamos las palabras y sus ideas, y eso pasa de una
generación a la siguiente con la facilidad que demuestra el aprendizaje del
idioma materno, esto trasciende en el tiempo, inclusive en el espacio.
Un ejemplo de esto es el proceso de aprendizaje del
lenguaje que llevamos a cabo los individuos dentro de nuestra infancia pues El
niño percibe antes la lógica del lenguaje que su propio sonido completo. Por
eso dice “yo no cabo” en lugar de “yo no quepo”, porque ha averiguado en su
minúscula experiencia las relaciones sintácticas y las aplica con rigor a todo
el sistema sin dominar todavía sus excepciones. Por lo que se cree que los
seres humanos adquirimos el aprendizaje casi por inercia. Dicho aprendizaje se
va modificando de acuerdo a las experiencias o vivencias de cada individuo, Los
contextos de las palabras van sumándoles así la historia de todas las épocas, y
sus significados impregnan nuestro pensamiento. Cualquiera que hable
una lengua, como explicó el lingüista norteamericano Noam Chomsky, interioriza
una gramática generativa que expresa el conocimiento de ese idioma; capaz de
crear una eternidad de frases pese a contar con recursos limitados.
Los recursos que
conforman nuestro lenguaje no son obra de la casualidad, sino que Las palabras
que oímos desde niños, que escuchamos a nuestros abuelos, que leemos y
acariciamos, son cerezas anudadas siempre a otras, y aunque las separemos con
un leve tirón de nuestros dedos mantendrán el sabor de sus vecinas, nos
enriquecerán la boca con la savia que han compartido y que se han disputado.
El lenguaje está perfectamente estructurado que cada
una de las palabras nos puede brindar un contexto como primicia, dos palabras
de conceptos iguales no evocan lo mismo si son dos palabras diferentes.
Ejemplo: Aunque en la en teoría la palabra Empezar y Comenzar tienen un
significado muy parecido, “No empieces...” le podemos espetar a alguien que se
aproxima a la reiteración de alguna inconveniencia. Jamás “no comiences...”.
“Niño, no empieces con eso” no significará lo mismo que “niño, no comiences con
eso”. En el primer caso pronunciamos una admonición; y en el segundo, un
consejo.
Es por ello que el
idioma es tan rico y puede sufrir modificaciones dependiendo del sector
geográfico, del nivel socioeconómico, de la cultura del que se expresa pero
también a través del tiempo.
El idioma evoluciona conforme la humanidad lo hace,
pues los contextos se modifican y las palabras van cobrando nuevos y diferentes
significados. Además, las nuevas generaciones emplean las palabras para
diferentes usos, o bien, acortan las palabras, tal es el ejemplo que se
menciona en la lectura, donde en las generaciones anteriores se utilizaba el
término “deprisa”, y ahora se utiliza “rápido” –ni siquiera se dice
“rápidamente”, pues es una palabra con mayor número de sílabas-.
La palabra, el pensamiento y el sentimiento se relacionan en cuanto a que se piensa con palabras, y de igual manera se manifiestan los sentimientos. Cuando un niño aprende a hablar, aprende también a racionar lógicamente mediante el uso de las palabras.
La palabra siempre tendrá un concepto, que se podrá incluso ir modificando al pasar el tiempo. Además, tiene un concepto oficial y general, que es el que se les da en el diccionario, pero también existe el que les da su propia historia y el contexto con o en el que sean dichas. El concepto es el significado o atribución que se le dé a cada palabra.
La seducción de las palabras consiste en cómo las
palabras son dichas, con todo el acervo e historia que traen consigo, y logran
llegar a un oyente que las descifra de igual manera dependiendo su condición.
Además, se trata de encontrar las palabras precisas para dar a entender lo más
acertadamente posible la idea que intentamos comunicar y mediante nuestro
intelecto poder llegar a los sentimientos de las personas.
Las palabras y su correcta utilización permiten la creación de un argumento inteligente, y éste a su vez permite la persuasión a alguna persona. Si las palabras logran seducir a quien se persuade se habrá logrado el objetivo.
Las palabras y su correcta utilización permiten la creación de un argumento inteligente, y éste a su vez permite la persuasión a alguna persona. Si las palabras logran seducir a quien se persuade se habrá logrado el objetivo.
Las palabras se dan en el intelecto, pero se originan
gracias a la herencia cultural que tenga cada individuo. Éstas nos transportan,
nos dan no sólo su concepto, sino todo su origen, su historia, su riqueza, y
sus miles de usos que se les ha dado a lo largo de su existencia.
La palabra tendrá un valor personal que sea otorgado
por el individuo, según su vida propia y otro que sea el ya especificado de
manera general. Además tomará un valor específico y perfectamente será elegida
para dar un valor determinado en el momento adecuado.
Bien, creo que esta es una detallada explicación, de algo que todos conocemos como muy simple, y es que el intelecto siempre será atractivo para los demás. He aquí la respuesta para quienes sienten que la compañía de alguien considerado inteligente (tomando en cuenta lo subjetivo que puede ser)siempre es agradable.
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